"Tenemos todo para ser felices, pero falta, tal vez, sabiduría, lucidez, moderación..." Yves Michaud, filósofo francés.

lunes, 22 de octubre de 2018

Una mirada sobre Cuba en la era de Internet




Art 1.º. España renuncia a todo derecho de soberanía y propiedad sobre Cuba. En atención a que dicha isla, cuando sea evacuada por España, va a ser ocupada por los Estados Unidos, éstos, mientras dure su ocupación, tomarán sobre sí y cumplirán las obligaciones que, por el hecho de ocuparla, les impuso el derecho internacional [...]

Art 2.º España cede a los Estados Unidos la isla de Puerto Rico y las demás que están ahora bajo su soberanía en las Indias Occidentales, y la isla de Guam en el archipiélago de las Marianas o Ladrones.

Art 3.º España cede a los Estados Unidos el archipiélago conocido por las islas Filipinas [...]. Los Estados Unidos pagarán a España la suma de veinte millones de dólares [...]

Art 5.º Los Estados Unidos, al ser firmado el presente tratado, transportarán a España, a su costa, a los soldados españoles que hicieron prisioneros de guerra las fuerzas americanas al ser capturada Manila.

La Paz de París, 1898

Imagen relacionada
Soldados españoles en la Guerra de Cuba

Cuenta la famosa habanera "El meu avi" que el abuelo, el patrón y catorce marineros murieron en la
cubierta del barco, a los pies del cañón.
Según la misma canción, eran tiempos de guerra, de perfidias y traiciones... y en el Mar de las Antillas retumbaban los cañones. La flota española, completamente obsoleta, sufrió una derrota aplastante frente a los acorazados norteamericanos y España perdió sus últimas colonias de ultramar.

Para entonces España era un imperio decadente y fatigado, regentado por la reina María Cristina, agotado por décadas de continuas guerras, en un intento por conservar un imperio que había empezado 400 años atrás con los Reyes Católicos y que se desmantelaba sin remedio.
Por el contrario, Estados Unidos era una nación joven, pujante y ambiciosa, con intereses estratégicos y económicos en las islas del Caribe. Parece que hasta en cuatro ocasiones intentó comprarle la isla de Cuba a España sin resultados, hasta que se hartó de sus métodos pacíficos y decidió intervenir a favor de los sublevados. Para ello inventó un supuesto ataque español a un barco suyo (el acorazado Maine) y así empezó una guerra que tenía ganada de antemano.



Foto: El acorazado Maine entrando en La Habana.
El acorazado "Maine" (USA) entrando en la Habana (1898)

Pasados casi ciento treinta años del fin de la guerra de Cuba, en España se sigue usando la expresión: "¡Más se perdió en Cuba!", cuando se quiere quitar importancia a un hecho que ya no tiene remedio... pero cada vez sabemos menos de dónde viene la frase o los detalles de esa parte de nuestra historia.

Aprovecho ahora un reciente viaje a la Isla, para ofrecer desde este blog una visión particular y por fuerza limitada e incompleta de la Isla. Como siempre, reitero la importancia de conocer a fondo el pasado para entender mejor lo que somos y planear mejor hacia dónde queremos ir, así que empezaré con unos pequeños apuntes de lo que fue una guerra compleja, con varias fases diferenciadas, que se extendió en el tiempo durante treinta largos años.
Hablamos de la llamada Guerra de Cuba, o Guerra Necesaria según José Martí, el líder ideólogo de la independencia cubana. Una guerra cruenta y terrible para ambos bandos (cubanos y españoles), con un único ganador claro a la postre, los Estados Unidos.
Un breve balance de las bajas españolas al final de la contienda, nos da una idea del alcance de esta guerra:



Soldados catalanes en la guerra de Cuba (1898), Padró. Museo Marítimo de Barcelona
"Soldados catalanes en la Guerra de Cuba" (1898). Padró.
Museu Marítim de Barcelona


Entre septiembre de 1868 hasta marzo de 1878, fueron enviados 180.000 hombres a Cuba: 80.000 reclutados específicamente para esta guerra y 100.000 de otras unidades peninsulares.
Las bajas totales fueron 113.000 hombres. De ellos, 8.000 fallecieron por combates, 72.000 fallecieron por enfermedades y 35.000 quedaron inútiles para el servicio, de los que el 10% murió en el regreso, lo que supone un total aproximado de 83.500 hombres muertos.
Asimismo, los soldados que sobrevivieron y regresaron a sus casas se encontraron el país deprimido y arruinado y acabaron mendigando comida o muriendo de enfermedades derivadas de la guerra. Nada que ver con el trato de héroes que recibieron al partir.


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Crucero Reina Mercedes (España) hundido en la entrada de la bahía de Santiago de Cuba
Un libro de la @Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico del Ministerio de Cultura y Deporte muestra una interesante recopilación de fotografías sobre la "Isla de Cuba", con el título de igual nombre. Su autor es Usera y se publicó en Madrid en 1898 (hay dudas de esa fecha).
Aquí van dos imágenes con fotografías del interior de la obra. Pertenece al Museo de América. Enlace
foto de HISPANA.

foto de HISPANA.


En cuanto al bando insurgente, las pérdidas humanas fueron todavía más numerosas, con el agravante de que se trató especialmente de población civil.
En uno de los peores y más vergonzosos episodios de esta guerra, estando ya generalizada la rebelión en toda la isla, el gobierno central de Madrid decidió enviar al general Valeriano Weyler, quien empezó una guerra atroz contra los independentistas cubanos. Una de sus medidas fue encerrar a los habitantes rurales en campos de concentración para de esta manera privar a los sublevados del apoyo del campesinado. Se calcula que murieron unos cien mil cubanos en dichos campos de concentración debido al hambre y las enfermedades. Aún así, y pese al incremento constante de tropas españolas, la política de reconcentración y la superioridad de su ejército, Weyler no fue capaz de derrotar a los rebeldes cubanos. Éstos conocían mucho mejor el terreno y llevaron a cabo una eficiente guerra de guerrillas que fue desgastando al ejército español paulatinamente. Para finales de 1897, el gobierno español se encontró con las arcas vacías y con un ejército agotado por las enfermedades tropicales y la resistencia de los rebeldes.


Adolescente reconcentrado. Restos óseos de miles de víctimas..jpg
Niño desnutrido y conteo de los restos mortales de las víctimas de la Reconcentración de Weiler

Naturalmente, nadie piensa en estas imágenes cuando piensa en la isla de Cuba, ¡naturalmente! pero la historia es la que es y no habría que olvidarla, por muy cruda que sea. Se me ocurre que se han hecho cientos de películas sobre los campos de concentración nazis y se habrán escrito igual número de libros y ensayos... pero no me suena haber visto nada que trate sobre estos hechos de la Guerra de Cuba. (Como mucho, recuerdo la reciente película "1898: los últimos de Filipinas", dirigida por Salvador Calvo en 2016, y que transcurre en la misma época pero en otra colonia española, con un guión de marcado enfoque heroico/antiheroico español.)


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Habría mucho que escribir sobre uno de los episodios más relevantes de la historia cubana y española, pero no es esa mi intención en este blog, sino dar unas rápidas pinceladas de historia para situar un país, Cuba, en el contexto del nuevo siglo XXI.
Dos fechas para concluir este repaso de la independencia de Cuba:
El 20 de mayo de 1902 nace finalmente la República de Cuba.
Pero no es hasta 1909 con la presidencia de José Miguel Gómez, que termina el Gobierno de Intervención norteamericano, y no sin antes (2 de julio de 1903) firmar el arrendamiento de la tristemente famosa base de Guantánamo, que todavía hoy poseen los EE.UU.







Volvamos al presente, ni que sea para quitarnos el mal sabor de boca que siempre nos dejan las odiosas guerras.
¿Qué pensarían de la nueva Cuba los protagonistas de la citada habanera, pescadores voluntarios de Calella y Palafrugell, si levantaran la cabeza...? ¿Reconocerían los paisajes de sus últimos días, el azul inmenso y las nubes blanquísimas del mar de las Antillas?



"El Morro" desde el Malecón (2018)




Hoy día un lujoso crucero transatlántico atracado en el puerto de la Habana recorta su blanca silueta sobre el cielo azul de la Isla. Mientras, arriba y abajo del Malecón, cruzan decenas de "almendrones" de todos los colores, haciendo sonar sus bocinas de payaso y paseando a turistas estadísticamente satisfechos.






Esto es la Habana del siglo XXI.
Es una ciudad peculiar, ajena a la globalización, que no esconde nada al visitante, ni sus miserias ni sus hitos. Entre sus logros recientes, algunos hoteles de lujo futuristas levantados en avenidas de otro modo decrépitas, como extrañas flores metálicas en medio de ruinas polvorientas. Está claro que el progreso en la Isla viene motivado por el turismo. Pero la relación que aquí se establece con el turista es una relación rara, como de dependencia mal llevada. Cuba anhela a los turistas y sus divisas para funcionar, pero en su dilatado aislamiento político, resistiendo al embargo interminable de Estados Unidos, en su orgullo patrio de nación hecha a sí misma, se percibe una voluntad de dejar claro que no depende exclusivamente del extranjero. Tengo la sensación de que en España no es así; sin el sector turístico, más de media España se comería los mocos y lloraría como un bebé, mientras que en Cuba seguirían haciendo lo que siempre han hecho: subsistir con dignidad.

Las calles de paredes desconchadas, despintadas, desteñidas por el sol y la lluvia del Caribe nos avisan a cada paso: lo que hay, es lo que se ve. Y es que Cuba, al contrario que la mayoría de destinos turísticos mundiales, no trata de agradar al turista a toda costa y al precio que sea. Y esto me gusta.




Grietas abiertas en los balcones y fachadas de lo que en su día fueron preciosos palacetes al estilo europeo, hoy día ruinosos, habitados por familias de habaneros o ancianos solitarios que tienden todos los días la ropa al sol y residen a medio camino entre el interior y la calle. Después de la terrible crisis de los años noventa, (todos recordamos a los "balseros", que con botes hinchables de tres duros trataban de alcanzar las costas de Miami en un desesperado y a veces mortal intento por mejorar sus condiciones de vida), ahora están "bien" y, visto desde fuera y con todas las reservas del mundo, parece que la vida fluye con normalidad. Fue curioso observar en el aeropuerto José Martí de la Habana, tanto a la ida como a la vuelta, grandes bultos empaquetados que los cubanos descargaban y montaban en furgonetas o taxis y que no eran otra cosa que aparatos de aire condicionado, signo de que unos pocos cubanos ya pueden permitirse ese lujo.
En la Habana Vieja, sin embargo, algunas casas ya ni piden un remiendo o una capa de pintura... acaso un puntal o una viga nueva para no desmoronarse por completo.






Brilla el sol sobre este pueblo orgulloso que no tiene nada que perder, pues tampoco tiene nada acumulado, y se dedica a vivir al día.
Por ahí asoma el carácter intrínseco del isleño, siempre con un pie en el agua, -comparemos con la seguridad de los continentales de estar pisando tierra firme-, dispuesto a acatar el dictamen de un ciclón, el inminente aguacero o las colas kilométricas para todo: coger la gua-gua (autobús urbano), tomarse un helado en la legendaria heladería Copelia, recargar el teléfono móvil...


Puesto callejero de fruta en la Habana Vieja

Para un europeo acostumbrado a oír todos los días hablar de planes de ahorro, créditos, contratos de trabajo o de alquiler, horarios, hipotecas... que son los temas que probablemente más nos preocupan... (y que en realidad, si lo pensamos, conforman todo un entramado de idas y venidas de un dinero virtual que nunca hemos visto ni mucho menos tenido entre las manos...), se nos hace raro que ahí nadie mencione estos temas ni de pasada. Ocurre que el cubano sencillamente cuenta las monedas que lleva en el bolsillo, bien sea para pagar el café -muy negro, muy dulce- que tomará de pie servido en una tacita de muñecas, o para dar al conductor cuando se monte por fin en la gua-gua que le llevará sin ninguna prisa al trabajo.
También nos parece curioso que al preguntarle a un cubano "¿a qué hora empiezas a trabajar?", la respuesta no es nunca una hora concreta, a las 8h, a las 9h, a las 7h y media, sino: "puedo entrar hasta las 9h", que es como asumir la arbitrariedad del transporte público (en Cuba poquísima gente tiene coche propio).

Viejos coches circulando por la Habana Vieja


Carro tirado por bueyes en la provincia de Viñales

Así que escasas pertenencias, poquísimos lujos o caprichos, algunas tiendas de ropa que se llaman, significativamente, "Novedades" o "Fantasía" y grandes dosis de paciencia caribeña, a menudo empapada en ron. Venden unos tetrabricks individuales -como aquí los batidos de chocolate o los zumos infantiles- de ron blanco barato, que vendrían a ser el equivalente al vino Don Simon en España, y del que encuentras envases vacíos por todas las esquinas; porque si algo se bebe en Cuba es ron, a palo seco, tanto jóvenes como mayores.

El peso cubano (CUP), la moneda con la que comen, compran, trabajan y viven los cubanos, no vale nada en comparación al "seusé" (el CUC o peso cubano convertible, 25 veces más valioso y que es el que llevan los turistas en sus carteras). Si esto no es Matrix, se le parece bastante, y a los de fuera nos cuesta entender cómo se puede vivir a caballo entre estas dos realidades paralelas. El sueldo medio de un licenciado cubano (un gran porcentaje de la población en realidad, puesto que la educación es gratuita incluido el ciclo superior), es de 300-400 CUPS, lo que equivale a unos 15 euros mensuales. A la pregunta de: "¿Y podéis vivir con eso?", responden con resignación que sí.


Punto de Abastecimiento en un pequeño pueblo cercano a Pinar del Río

Su explicación es que muchos servicios son gratuitos en la Isla (el colegio de los niños, los uniformes, los estudios universitarios, los servicios sanitarios...) y sabemos que sigue vigente la "Libreta de Abastecimiento", por la cual cada ciudadano recibe del Estado mensualmente una serie de productos alimentarios (aproximadamente 2,5 kilos de arroz, 0,5 kg de frijoles, 1,5 kg de azúcar, 0,5 litros de aceite, algo de pollo, café, sal y leche en polvo y compotas si hay niños). Puede que a los europeos lo que más nos cueste asimilar sea la poca variedad de la dieta cubana, (y que sólo haya un tipo de queso, un tipo de pan, una marca de refresco de cola (Tucola), y ni rastro de pescado...), pero es obvio que se puede vivir así.
La razón que nos dan cuando preguntamos por qué no hay pescado en la Isla (¡en una isla!), es que se han dado casos de graves intoxicaciones de ciudadanos que ingirieron pescado de sus propias costas y que ya nadie se fía. Parece que hay una bacteria, un parásito... algo en los peces que provoca esta temida intoxicación alimentaria. Así que, por si acaso, prefieren no comer pescado. Y aunque nos parezca asombroso, así son las cosas: los cubanos (al menos los que conocimos) no comen nunca pescado. Las dos o tres variedades de piscifactoría que el Estado asegura para sus ciudadanos les parecen incomibles y ni preparados con muchas especias o cítricos consiguen que no sepan a puro barro.
Por supuesto, hay rutas alternativas de pescados Vip, pues si nos fijamos en las cartas de los hoteles y restaurantes de lujo, ahí sí vemos platos de pescado y rica langosta.

Menú típico cubano: chuleta con arroz congrí (con frijoles), y batido de mango y guayaba

Con ese salario paupérrimo, al cubano no le queda otra que ingeniárselas para conseguir algo más para vivir, y entonces nos enteramos de que no son pocos los que se sacan un sobresueldo ejerciendo de guías turísticos ocasionales, taxistas improvisados o alquilando habitaciones de su casa a los guiris...

En taxi por la Habana

Por eso los turistas son siempre muy bienvenidos en la Isla. Con dos días de trabajo cobrado en CUCS, un cubano puede doblar su salario estatal, ¿no es eso una desproporción brutal? Las nuevas generaciones de especialistas, licenciados y doctorados reclaman un sueldo digno, equiparado al de cualquier profesional del mundo continental.
Mientras tanto, viven adaptados a esa doble realidad monetaria y tratan de sacarle el máximo partido.


Tipo de palmeras "barrigonas", endémicas de la región oeste de la Isla



¿Son felices los cubanos?

Mezcla genética de españoles (sobretodo gallegos, canarios, andaluces y catalanes), ex-esclavos africanos, algunos chinos y lo que quedó (se calcula que el 10% que no fue aniquilado) de los primeros pobladores precolombinos, mayormente taínos, el resultado pasados bastantes lustros es un ser esencialmente feliz, al menos visto desde fuera y siempre con reservas.
(Véase sin embargo, que según la Organización Mundial de la Salud, en 2017 unos 605.879 cubanos padecían depresión, lo que representa un 5,5% de la población de la Isla y coloca al país en segundo lugar con más casos de depresión en América Latina, después de Brasil. Que es como decir que en todas partes cuecen habas).

Hatuey monument, Baracoa, Cuba.JPG
Monumento al cacique taíno Hatuey (Baracoa)
Diosa Atabeira,  es este lugar el que se ha denominado como cueva del agua, porque excursionistas y caminantes acostumbran a descender hasta la mismísima diosa esculpida por los primeros habitantes de Cuba. Foto: Ismael Francisco/Cubadebate.
Diosa Atabeira, Esculpida por los Taínos. Cueva del Agua (Parque Nacional Desembarco del Granma)

Para unos turistas como nosotros, que hemos tenido la ocasión de ser invitados al Primer Taller Internacional sobre la Mujer Espeleóloga en Latinoamérica y hemos convivido unos días con varios cubanos de distintos puntos de la Isla, la respuesta inmediata es claramente que sí, son felices.
Intentar entender el secreto de su felicidad sin caer en los tópicos, ya es más complicado.
Yo lanzo la hipótesis de que los cubanos son felices porque su felicidad no ha sido todavía corrompida por el afán de poseer. Al carecer de cosas materiales, cultivan otros campos mucho más fértiles y propicios al bienestar personal y colectivo, como la palabra, la música, el saber, la risa y el amor. Adoran los discursos -o por lo menos los resisten mucho mejor que los foráneos- y son capaces de hablar largo rato enlazando un tema con otro sin jamás perder el hilo. Son curiosos con el mundo exterior y, aunque es muy posible que por dentro envidien los desahogos y el exagerado surtido de productos que llenan las estanterías de nuestros grandes almacenes, no lo reconocen en voz alta. (Hasta el personaje más oscuro que revuelve las basuras en busca de latas tiene una mirada altiva y desafiante ante el extranjero, orgulloso de su estirpe cubana. Y por cierto, en las calles de cualquier otra ciudad europea he visto infinita más mendicidad y miseria que en Cuba. Aquí nadie se muere de hambre).

Extraña flor de tan conocido fruto...

He mencionado la música como un elemento definitorio de la manera de ser cubana. Música por las calles, saliendo de los balcones, en las fiestas, dentro de los taxis, dentro de los autobuses (canciones para nosotros súper anticuadas, como los primeros éxitos de Laura Pausini o clásicos de Julio Iglesias), música saliendo de las aulas de los colegios... En Cuba hay música hasta en las cuerdas con ropa tendida al sol.


Un pavo y sábanas al sol

Nos cuentan que todos los niños y niñas del país estudian  música e instrumento en la escuela como parte del currículo escolar. Por comparación, en España, en todo el ciclo de primaria, la escuela pública destina una sesión de clase semanal a la música... Me pregunto cuál es aquí el país en vías de desarrollo.
Y puede que gracias a esta formación temprana o a su herencia africana, de Cuba han salido grandísimos músicos reconocidos internacionalmente.
Recomiendo la película "Chico y Rita", de Fernando Trueba con dibujos de Javier Mariscal y música de Bevo Valdés, para conocer las raíces de los grandes músicos cubanos del siglo XX.


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Club de jazz en los años 40 en la Habana
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Y, cómo no, el documental de Wim Wenders "Buena Vista Social Club", cuya música me tiene fascinada.
Canciones aparentemente sencillas como Chan Chan, Guantanamera, El carretero... tienen algo que no se puede explicar. Llevan dentro el alma de unos músicos humildes, sinceros, que consiguen conectar con la parte más pura, más noble y menos contaminada de nosotros mismos. Cuando uno los escucha, entra en un mundo soleado y amable del cual no quisiera salir nunca y se da cuenta de que algo tienen esos acordes que le tocan las fibras más profundas del corazón. ¿No es eso lo máximo a lo que aspira cualquier manifestación artística? Llegar al alma, conmover hasta la lágrima a quien las oye.
Particularmente, hace años que me rendí a los acordes de Chan Chan:
Buena Vista Social Club en el Carnegie Hall

Hoy día se sigue haciendo buena música en la Isla. Para quien guste de curiosear, eh aquí este enlace a 10 jóvenes artistas cubanos que triunfan en la actualidad.


(Y que no son éstos). Jubilados tocando en una calle de la Habana


Por otro lado, la educación de los niños es exquisita. Ya quisiera cualquier padre occidental poder presumir de un vástago con el nivel de disciplina, sentido del deber y formalidad que demuestran estos pequeños cubanos sonrientes de un pueblo de la parte occidental de la Isla.


Escolares saliendo del colegio en un pueblo cerca de Pinar del Río

Cierto es que los pilares de la Revolución resuenan todavía en las aulas con un fervor algo inquietante, pero una nación que apuesta por la educación y la sanidad gratuita para todos sus miembros, da muestras de una salud mental menos quebradiza que la que antepone el capital al conocimiento e incluso a la vida.


Vestíbulo de entrada de un Colegio de Primaria en la Habana

Escuela de Educación Secundaria en el mismo pueblo cercano a Pinar del Río

Se nos hace raro ver jugar en la calle a niños descalzos, tranquilos, sin dispositivos electrónicos acaparando todas sus neuronas.


Niños jugando en una calle de la Habana Vieja
         

Pequeños descansando en el porche de su casa, con todo el fin de semana por delante

Por otro lado, un rasgo que se observa a simple vista y que nos hermana a los dos países es el bajo índice de natalidad. En pocos años Cuba será un país envejecido (léase España) con una buena red de Sanidad Pública que permitirá que todos puedan vivir más años (léase España).
Significativamente, de las parejas que conocimos en Cuba durante este viaje, sólo tres tenían hijos, y en los tres casos tenían sólo uno/a. Una médica de familia que viajaba con nosotros nos aclaró que la salud materno infantil en Cuba es de las mejores del mundo y que, por supuesto, los programas de anti-concepción son gratuitos y funcionan perfectamente.
También nos sorprendió gratamente ver cómo en muchas ocasiones era el padre el que se ocupaba del/la pequeño/a, con una ternura particularmente deliciosa de observar, mientras que la madre se dedicaba a otros quehaceres. La mayor parte de las mujeres cubanas trabajan fuera de casa, con lo que el cuidado de los hijos recae sobre ambos progenitores por igual. El título del taller internacional al que asistimos da una idea del nivel de igualdad de género que ha alcanzado la sociedad cubana, siendo pionera, que sepamos, en el planteamiento de la perspectiva de género en la espeleología, al menos a nivel internacional. De nuevo nos toca preguntarnos cuál es el país en vías de desarrollo en este caso y cuánto tiene que avanzar todavía España en términos de igualdad.


Otro pequeño pero claro ejemplo de una sociedad bien educada lo encontramos en las gua-guas, donde los asientos reservados para los ancianos, embarazadas o madres con niños o impedidos, son efectivamente ocupados por ancianos, embarazadas y madres con niños e impedidos y donde levantarse para ceder el asiento parece una obligación moral, casi un deber nacional.
Tampoco fuimos testigos de ninguna discusión, ni la más mínima, entre dos cubanos (y eso que las colas para cualquier cosa son interminables y fatigosas). Las palabras "Permiso, permiso..." le abren a uno todos los caminos.

Así pues, simplificando mucho y siempre desde esta visión particular, sesgada y subjetiva, los cubanos son felices, respetuosos e ilustrados.
¿Falta algo?

Pues de nuevo un poco de historia para refrescar la memoria.
Si la primera victoria independentista de Cuba fue para zafarse del Imperio Español, la segunda les libró de un dictador local, Fulgencio Batista, y de los Estados Unidos.


Imagen relacionada
Ernesto Ché Guevara y Fidel Castro, líderes de la Revolución

Desde la Revolución cubana de Fidel Castro (1953-1959) hasta nuestros días, el socialismo ha recorrido un largo camino en Cuba, no exento de altibajos, momentos épicos y vilipendios. Pero ahí sigue, en pleno siglo XXI, resistiendo al invasor capitalista, como la pequeña aldea gala de Asterix. Sin embargo, a nadie se le escapa que las cosas están cambiando.
En este viaje hemos podido observar cómo los espacios públicos de wifi abierta (generalmente plazas céntricas de ciudades y pueblos) se llenan de decenas de cubanos que se sientan y conectan sus dispositivos móviles. Esa nueva forma de comunicación de los ciudadanos, aislada, secreta e intransferible, da una idea de hacia dónde va el país. Todas la personas con las que contactamos en Cuba, ya fueran mayores o jóvenes, tenían acceso a Internet en mayor o menor grado, y todas tenían cuenta en Facebook, en Twitter y algunas hasta en Instagram, o sea que estaban felizmente enredadas en el ovillo planetario.

Eso significa que en este mismo momento muchos ciudadanos cubanos están conectados al resto del mundo a través de las redes... para lo bueno y para lo malo. Se asoman intrigados a la gran ventana y espían e interactúan ya con millones de realidades distintas a la suya que suceden hoy día en el Planeta. La Isla, en este aspecto, está dejando de serlo. Sería lógico pensar que esto es sólo el principio de la llegada de nuevos aires a la Isla y que las nuevas generaciones reclamarán para sí muchas de esas cosas que ven por la pantalla del móvil o del ordenador (o por lo menos soñarán con la libertad de elegir qué quieren y cómo o dónde quieren vivir sus vidas...).
La apertura al exterior parece imparable, y eso será, en todo caso, otra revolución.


¿Vigilante dormida? ¡No, con el móvil!

Y pese a todo, tras 60 años de vida, el régimen resiste.

A la pregunta de si se celebran elecciones en la Isla, nos contestan que sí, que por supuesto, pero el problema es que sólo hay un partido al que votar. A la pregunta de si hay periódicos en la Isla, nos contestan que sí, varios, pero nos nombran todas las publicaciones oficiales del Partido.
Nos cuentan que está prohibido hacerse rico, es decir, que si tienes un negocio y te va bien, no vas a poder ampliarlo ni empezar una franquicia con tu nombre, no vaya a ser que te vaya mejor que a tu vecino. Hasta hace poco, las casas no se podían vender. Ahora ya se ven algunos carteles de "se vende" (forma reflexiva del verbo que a algunos cubanos les hace gracia al interpretar que la casa se vende a sí misma).
La propiedad privada en Cuba es algo nuevo, frágil y delicado como un zunzún (colibrí).




Paisajes del oeste de la Isla

Por todas partes se encuentra uno con frases lapidarias de José Martí, el considerado padre de la patria cubana. Dos ejemplos de cientos, serían:
"La felicidad general de un pueblo descansa en la independencia individual de sus habitantes"
"Las personas solamente pueden llegar a ser libres, si son verdaderamente educadas"
y que dan una idea de por dónde van los tiros.
Creo que Cuba sigue representando para muchos ciudadanos del mundo el espíritu revolucionario, la lucha contra el opresor y el ideal independentista.
No faltan tampoco pintadas del Ché y de Fidel. Y arengas del tipo "¡Ordena, Comandante! Nosotros te seguimos!".
Hasta qué punto las nuevas generaciones comulgan con este espíritu heroico, lo desconocemos. Con el extranjero al menos, no se discute de política. Da la sensación de que el cubano actual es una persona pacífica y que valora por encima de todo esa paz. Tampoco sabemos si en la intimidad despotrica del Partido o lo defiende hasta la muerte.
Como bien nos advirtió un ciudadano sueco casado con una cubana que nos tocó de vecino en el avión de ida: "Con los cubanos es mejor no hablar de política; mejor beber ron y ver pasar la tarde". También nos dijo muchas más cosas, pero dado su nivel de alcohol en sangre para cuando llegamos a la Habana, sólo nos quedamos con lo difícil que es conseguir permisos para construir en la Isla (él era albañil en Suecia antes de jubilarse) y, sobretodo, lo complicado que resulta conseguir los materiales para edificar.

Librería en pleno centro de la Habana vieja


El día que nos íbamos de Cuba, habían anunciado tormentas y la llegada de la inestabilidad a la Isla. Desde el terrado de la 9 con la 86, en el barrio de La Playa de la Habana donde nos alojábamos, vimos llegar las nubes.




Y cuando cae un aguacero en Cuba, no hay paraguas que te salve de mojarte. El agua convierte las lineas rectas del callejero de La Habana en torrenteras ondulantes. Las gua-guas siguen sus trayectos, incansables, cruzando ríos caudalosos y marrones como si fueran piraguas entrenadas.
En las zonas rurales, los cafetales hacen brillar sus racimos prietos que nos recuerdan que estamos en el trópico. Hay mosquitos pertinaces que no distinguen entre habitantes autóctonos y foráneos, ranas saltarinas y hormigas rojas diminutas que no muerden pero son urticantes si las aplastas. Con la lluvia que cae como a cubos, muchos cubanos aprovechan para limpiarse los pies o los zapatos, otros simplemente se refrescan el espíritu. Nadie se inmuta. La ropa sigue tendida en las cuerdas; ya volverá a salir el sol.




Salida al exterior, 2ª planta del Aeropuerto José Martí